Muertes sacuden al merengue dominicano en 2025

Por David Ruiz

El merengue dominicano está de luto por cuarta vez en los primeros meses del 2025. Esta vez, la tristeza tiene nombre y apellido: José Altagracia de León Corcino, conocido artísticamente como Franklin The Boss, quien falleció el pasado sábado en un accidente automovilístico en el condado de Harnett, Carolina del Norte.

Originario del municipio de Guayabal, en la provincia de Azua, Franklin encontró la muerte lejos de su tierra, cuando su vehículo colisionó y se incendió cerca de la carretera 24-27, a la altura de Lizzie Jeter Lane. Los bomberos acudieron al lugar poco después del mediodía —según reportes del Sandhills Sentinel—, pero no pudieron evitar la tragedia.

Con su partida, se suma una nueva página dolorosa en la historia reciente del merengue, golpeado por una cadena de despedidas: algunas tan trágicas como esta; otras, producto de enfermedades que consternaron a sus seguidores y a la industria musical dominicana.

El primero en partir fue Fritz Sterlin Odine, conocido como Félix Cumbé, cantante de origen haitiano y nacionalizado dominicano, cuya trayectoria de más de cuatro décadas entre el merengue y la bachata le ganó un lugar privilegiado en el corazón del público. Su voz, singular y festiva, se apagó el pasado 11 de febrero, tras enfrentar un historial médico complicado. Dejó atrás un legado de humildad, carisma y música.

Luego, el 9 de marzo, se despidió Diomedes Núñez, líder del Grupo Mío, una de las figuras más icónicas del merengue de grupo. Su participación en agrupaciones emblemáticas y su extensa discografía marcaron generaciones. Diomedes perdió la batalla contra una insuficiencia renal y otras complicaciones de salud, que lo alejaron definitivamente de los escenarios.

Quizás el hecho más doloroso —por la magnitud de la tragedia— fue la muerte de Rubby Pérez, ocurrida el pasado 8 de abril. El intérprete se presentaba en la discoteca Jet Set cuando el desplome del techo del emblemático centro nocturno provocó una catástrofe: 233 personas perdieron la vida, incluyendo al propio artista. Lo que debía ser una noche de alegría terminó tiñéndose de luto nacional.

Ahora, con la muerte de Franklin The Boss, el golpe es doble: se trata no solo de otra pérdida, sino de una joven promesa en plena actividad, un artista que desde la diáspora mantenía viva la llama del merengue con orgullo, determinación y esfuerzo.

Cuatro historias que se cruzan en el duelo de un género musical que sigue siendo identidad, resistencia y celebración. La música no muere, pero los rostros que la hacen vibrar sí. Y este 2025 se escribe, tristemente, en clave menor.

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