Por David Ruiz
Santo Domingo – En el mundo del narcotráfico internacional, hay historias que parecen sacadas de una película de acción, pero cuando Netflix las convierte en minidocumentales, se transforman en un espejo inquietante sobre las grietas del poder judicial y político. ‘El caso Air Cocaine: Traficantes de altura’, estrenado el 11 de junio, no solo es una de las producciones más vistas en la plataforma, sino también una pieza que cuestiona de forma directa la legitimidad de los sistemas judiciales de Francia y la República Dominicana.
La historia parte de un hecho puntual: el 20 de marzo de 2013, las autoridades dominicanas incautaron 700 kilos de cocaína escondidos en 26 maletas dentro de un jet privado modelo Falcon 50 en el Aeropuerto de Punta Cana. El destino era Saint-Tropez, Francia, y los protagonistas, dos pilotos franceses con reputación impecable: Pascal Fauret y Bruno Odos. Lo que parecía un simple vuelo de lujo, terminó siendo el inicio de una saga que destapó conexiones turbias, fugas cinematográficas y decisiones judiciales contradictorias a ambos lados del Atlántico.
República Dominicana: la foto de un sistema exhibido al mundo
En el documental, los testimonios de figuras dominicanas como Francisco Domínguez Brito, exprocurador general; el ex director de la DNCD, Rosado Mateo y la periodista Alicia Ortega, permiten entender cómo funcionó el operativo local y cómo, pese a la contundencia de las pruebas, el caso fue evolucionando hacia el escepticismo. Lo que comienza como un éxito de la lucha antidrogas rápidamente se contamina de sospechas sobre favores, presiones políticas y trato desigual a los implicados.
Uno de los elementos más perturbadores es la fuga de los pilotos. Tras ser condenados en República Dominicana, quedan en libertad condicional y escapan en lancha desde Bayahíbe, burlando a las autoridades y regresando a Francia. En cualquier país donde el Estado de derecho tenga firmeza, esa evasión habría sido motivo de escándalo y respuesta inmediata. Sin embargo, en la miniserie queda claro que no hubo consecuencias mayores y que las autoridades dominicanas quedaron en ridículo ante los ojos internacionales.
Francia: una absolución que huele a impunidad
Lo que ocurrió después fue aún más desconcertante: en Francia, Fauret y Odos no solo evitaron volver a prisión, sino que fueron absueltos. La jueza Christine Saunier-Ruellan, entrevistada en el documental, defiende la decisión como una cuestión de “falta de pruebas directas”, mientras se omite deliberadamente la condena previa emitida en Santo Domingo. Es decir, Francia no reconoció el fallo dominicano, lo que siembra dudas sobre la cooperación judicial entre países y el respeto a las decisiones de otros sistemas judiciales, especialmente de naciones del sur global.
La miniserie deja entrever que los pilotos fueron tratados como héroes nacionales por escapar de una "justicia extranjera dudosa", mientras las voces dominicanas denuncian una injusticia flagrante y una burla al sistema penal del país caribeño.
Una comparación que duele: justicia para ricos, condena para pobres
‘El caso Air Cocaine’ plantea sin decirlo abiertamente una comparación incómoda entre las debilidades estructurales del sistema judicial dominicano y la hipocresía del sistema francés. En República Dominicana, se acusa con rapidez, pero también se favorece a los poderosos cuando hay intereses en juego. En Francia, se proclama un ideal de justicia racional y garantista, pero se aplica con doble rasero cuando se trata de ciudadanos nacionales implicados en crímenes cometidos en el extranjero.
Lo más inquietante del documental no es el cargamento de cocaína ni la espectacularidad de la fuga, sino la pregunta que flota de principio a fin: ¿quién dice la verdad? ¿Fue todo un montaje para encubrir a verdaderos responsables? ¿Los pilotos eran víctimas o cómplices? ¿Por qué Francia decidió ignorar el fallo de un país soberano? ¿Y por qué la República Dominicana no logró evitar la fuga?
Una miniserie atrapante que deja un sabor amargo
Con solo tres episodios de 45 minutos, ‘El caso Air Cocaine’ se convierte en una producción que mezcla crimen real, periodismo investigativo y suspenso político, todo envuelto en una estética cuidada, música inquietante y un guion que no teme cuestionar a los poderosos. La participación de figuras como el magnate Alain Afflelou (dueño del jet) y menciones al expresidente Nicolas Sarkozy, añaden una capa de tensión geopolítica que eleva la historia.
Mientras tanto, la República Dominicana, expuesta en pantalla global, carga con una imagen de justicia vulnerable, política permeable y corrupción estructural. Pero no está sola. Francia, con su trato complaciente y selectivo, también queda retratada como un país donde la justicia depende del pasaporte.
Conclusión:
‘El caso Air Cocaine’ no es solo una historia de droga y aviones privados, es una radiografía de cómo se negocia la verdad entre intereses políticos, nacionalismos judiciales y narrativas construidas. La pregunta no es quién llevó la cocaína, sino quién está realmente protegido por la justicia cuando el escándalo despega a 30 mil pies de altura.
