Un mural de firmas para no olvidar: homenaje en las ruinas del Jet Set

Bajo un sol implacable y el murmullo persistente de oraciones y lágrimas, las ruinas del emblemático Jet Set se han convertido en un altar espontáneo de memoria colectiva. Donde antes se alzaban los acordes de la fiesta y el bullicio del entretenimiento capitalino, hoy se erige un mural de firmas, flores y velones encendidos que rinden tributo a los más de 200 fallecidos en la madrugada trágica del pasado 8 de abril.

En cada trazo de marcador y cada mensaje escrito en las desgastadas paredes del lugar, se respira un aire denso de nostalgia, de duelo y, también, de rabia contenida.

“Nunca te olvidaremos”, “Tu luz sigue brillando” y “Descansa en paz, hermano”, son apenas algunas de las frases que han transformado la fachada del Jet Set en un espacio sagrado para la memoria.

Personas de todas partes siguen llegando: familiares, amigos, vecinos y desconocidos que se han sumado al homenaje con flores, velas, cartas, fotografías y una mezcla de dolor y solidaridad. Cada uno lleva consigo una historia, una pérdida, o simplemente la necesidad de hacer acto de presencia ante una herida nacional aún abierta.

"Es como si necesitáramos venir aquí para entender lo que pasó. Para aceptar que no fue un mal sueño", dice Marta, quien perdió a su primo en el siniestro. A su lado, un joven pega una foto sonriente en una de las columnas chamuscadas. “Él siempre decía que Jet Set era su segunda casa”, murmura antes de retirarse en silencio.

Aunque la mayoría guarda silencio o se limita a orar, algunos no ocultan su frustración por la falta de respuestas oficiales. “Han pasado días y seguimos sin saber qué provocó exactamente esto. ¿Fue una negligencia? ¿Pudo evitarse?”, se pregunta Manuel, padre de una de las víctimas. Su indignación es compartida por muchos, que además de duelo, cargan con un reclamo de justicia que no ha sido atendido.

Más allá del dolor, el antiguo Jet Set se ha transformado en un símbolo. No solo de una tragedia que dejó una cicatriz profunda en la ciudad, sino también de una comunidad que se resiste al olvido. Un mural de firmas y frases sencillas, que en su conjunto gritan lo que muchos sienten: aquí se bailó, se vivió… y ahora se llora. Pero también se recuerda.

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